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ARCHIVO OBRERO

El primer periódico marxista francés: L’Egalité de Jules Guesde (1877-1883).

Movimientos políticos / El socialismo en Francia

El primer periódico marxista francés: L’Égalité de Jules Guesde

(1877-1883)

Por Michelle Perrot

Publicación original: «Le premier journal marxiste français: L’Égalité de Jules Guesde (1877-1883)», LActualité de l’histoire n° 28, julio-septiembre, 1959, pp. 1-26.

Estudiar a L’Égalité es evocar la historia del movimiento obrero en los años 1877-1883, período de renacimiento sindical y sobre todo de formación de partidos socialistas. Se trata de abordar un problema importante: el de la introducción del marxismo en Francia. Como protagonista, este periódico, de difícil acceso, es una fuente fundamental tanto de acontecimientos como de ideología. La fragmentación de las series, ligada a una existencia con sobresaltos, y la extrema dispersión de las colecciones dificultan la consulta. De 1877 a 1883, L’Égalité tuvo tres series semanales con un total de 113 números y dos series diarias (56 números). Al final de este artículo se incluye una ficha bibliográfica del periódico, cuya historia, composición y evolución interna serán esbozadas.

I) ORIGEN Y BREVE HISTORIA DE L’EGALITÉ

La historia de L’Égalité está íntimamente ligada a la del socialismo y del Partido Obrero. Por lo tanto, es imposible repetir aquí todos los episodios. Insistiremos sobre todo en los orígenes del periódico y en su vida material.

¿Cuál era la situación de la «prensa avanzada» en la época en que apareció L’Égalité? El flujo de publicaciones socialistas liberadas por la Comuna había sido brutalmente detenido. De 1871 a 1877, no apareció ningún periódico socialista en París. Le Corsaire, considerado revolucionario, tuvo que suspender su publicación tras una condena en 1873. En el Midi hubo algunos intentos, por ejemplo L’Égalité de Marsella (1872-73), donde Guesde publicó sus Lettres d’un irrégulier [1]. En esta región y en el valle del Ródano circulaban ejemplares de periódicos de los internacionales [2] que se habían refugiado en Suiza o España. En el norte, algunos llegaban desde Bélgica. Pero esta prensa clandestina tenía poca difusión. Además, era jacobina o anarquista, contestataria y revolucionaria, pero ni teórica ni científica.

[1] Del 19 de octubre de 1872 al 12 de abril de 1873. Sobre este tema, véase Compère-Morel, Jules Guesde. París, 1937, pp. 95-96.

[2] Se refiere a los militantes de la Asociación Internacional de Trabajadores (AIT), más tarde conocida como Primera Internacional [N.del T.]

La prensa avanzada de circulación libre era la prensa radical. Republicana y social, tenía una amplia clientela obrera. De 1871 a 1875, los obreros de París leían Le Rappel de Charles Vacquerie, como a finales del Segundo Imperio, cuando este diario tiraba unos cincuenta mil ejemplares [3]. Barberet escribía cotidianamente el Bulletin du travail, que daba noticias de las huelgas, asociaciones y reuniones obreras. La situación era idéntica en las provincias. Así, en Lyon, los elementos más dinámicos del movimiento obrero se reunieron en torno al Petit Lyonnais, republicano radical, donde el metalúrgico Lœnger escribía bajo el nombre de Jacques Pilon. Estos periódicos no eran socialistas en el sentido doctrinal del término. Tampoco eran obreros. Los trabajadores los leían porque encontraban en ellos un eco de sus problemas y por apego a la república. Además, no se preocupaban por la teoría. Eran principalmente prácticos, cooperativos y reformistas. El congreso obrero de París (1876) ilustra estas tendencias. Estuvo dominado por los artesanos: el zapatero Castaing de Burdeos, el grabador Chabert, el relojero Prost de Dijon. La distribución geográfica de los delegados parisinos muestra la preponderancia de los antiguos barrios del centro, la calle del Temple, la calle Saint-Denis, y la ausencia casi total de representación de los barrios más alejados y los suburbios. El programa de reivindicaciones era más o menos el mismo que el de los radicales: libertades democráticas, educación laica. En general, la clase obrera parisina se llevaba bastante bien con la prensa radical. Sin embargo, los más militantes no pudieron soportar fácilmente la influencia de Le Rappel y Barberet [4]. Ya en la exposición de Viena (1873) se manifestó una voluntad de autonomía y en 1874 se habla de un periódico puramente obrero, Le Syndical. El proyecto fue sostenido en particular por el gremio de los mecánicos, pero no tuvo éxito [5]. Tras muchas vicisitudes y rivalidades de camarilla, nació Le Prolétaire (primer número el 7 de diciembre de 1878), que se negó a ser el apóstol de una doctrina exclusiva.

[3] Arch. nat. F 18. 343.

[4] Por ejemplo, con motivo de una huelga de los obreros del metal (1875), Barberet se demoró en insertar el comunicado obrero. Arch. de la Préf. de police, B a/ 167. “Los huelguistas estaban muy descontentos con la negativa apenas disimulada con la que aceptó su petición», sostiene un informe.

[5] Les Associations professionnelles ouvrières, volumen III, 1903, p. 266. Obviamente, estos proyectos de emancipación se encontraron con la hostilidad del Rappel, que temía perder la mayor parte de su clientela. Sobre este tema, véase Arch. de la Préf. de police, B a/ 199, pièce 93.

En esta época, L’Égalité vio su primera serie. Pero las consideraciones anteriores permiten comprender en qué condiciones apareció. L’Égalité no surgió de una iniciativa, ni siquiera de una aspiración obrera, que por el contrario pretendía rechazar la tutela de todos los políticos y teóricos burgueses y dar crédito sólo al trabajador «manual». Este periódico fue obra de un pequeño grupo de intelectuales, estudiantes, profesores y periodistas, y sobre todo de Guesde. A su regreso a Francia, en 1876, Guesde había colaborado con el Droits de l’homme de Yves Guyot y Sigismond Lacroix, y luego con el Radical que le siguió. Los escritos de Guesde eran entonces más radicales-socialistas que colectivistas. Sin embargo, ya denunciaba la propiedad individual [6]. Alrededor de Guesde gravitaban estudiantes como Gabriel Deville, Darrieux, Emile Massard, Victor Marrouck, Crié y Emile Gautier, futuros anarquistas, Oudin, redactor de La Tribune, el profesor de derecho Girard (bajo su seudónimo Gerbier). Animaron campañas democráticas (la candidatura del profesor Accolas en el distrito de las Escuelas en 1876, la organización del congreso internacional de estudiantes ese mismo año); se reunían en los cafés del Barrio latino, en el Soufflet. Ya estaban familiarizados con las teorías de Marx: el primer libro de El Capital, una traducción de Joseph Roy revisada por Marx, se publicó por entregas de 1872 a 1876. Guesde también tenía contactos personales con algunos obreros, lectores de Droits de l’homme y del Radical, como el sastre Julien Dupire, uno de los oradores más avanzados del congreso de París y que apoyó la primera moción colectivista en el congreso de Lyon. En el comité fundador del periódico había tres obreros y tres empleados, pero ninguno de ellos será redactor [7].

[6] Le Radical, 9 de marzo de 1877. Los textos citados pueden consultarse en Jules Guesde, textes choisis (1867-82), presentados por C. Willard. París, 1959.

[7] S. Bréolle, mecánico; A. Chénardet, zapatero; F. Fouché, aserrador; S. Paulard, representante del comercio; Manceau y J. Vaidy, empleados de comercio. La mayoría de ellos abandonaría posteriormente el grupo de Guesde.

Este grupo se propuso lanzar un periódico. La cuestión de la financiación se resolvió con la formación de una sociedad anónima de capital variable, La presse socialiste [8]. El capital era de 25.000 francos en quinientas acciones de 50 francos. Para convertirse en accionista, bastaba con suscribir una o varias acciones, de las cuales sólo una décima parte era pagadera inmediatamente, el resto se pagaba en cuotas trimestrales. Las acciones no devengaban intereses. Sin embargo, la mayor parte de los fondos fueron aportados por los socialistas alemanes, como afirma Léo Valiani en su libro Questioni di Storia del Socialismo [9]. Karl Hirsch, que mantenía estrechas relaciones con el grupo colectivista y con Guesde, les envió 4.000 francos de un intelectual alemán, Karl Höchberg, discípulo del filósofo F. A. Lange. Para reducir el costo del depósito, que era más elevado en París que en las provincias [10], el periódico se imprimió en Meaux.

[8] Archivos de la Prefectura de Policía.

[9] Nota, p. 252. Esta obra nos fue señalada por M. Haupt. Valiani se basa en las cartas de Hirsch (28 de junio de 1884) y Deville (12 de noviembre de 1889) encontradas en los archivos de Liebknecht en el Instituto de Ámsterdam. Durante el juicio a los colectivistas en octubre de 1878, tras la prohibición del Congreso socialista internacional de París, se les acusó de estos hechos, ya que los papeles incautados a Massard, secretario de L’Egalité, aportaban pruebas de los pagos alemanes. Véase A. Prefectura de Policía, B A/ 28 y 29.

[10] 12.000 francos en París, 3.000 francos en las provincias.

El primer número apareció el 18 de noviembre de 1877. Se distribuyó casi clandestinamente. Las dificultades comenzaron inmediatamente; bajo la presión de las visitas domiciliarias, el impresor se negó a continuar con la publicación. La sede se trasladó a Lagny. En marzo de 1878, se producen nuevas persecuciones en el marco de un proceso contra varios socialistas extranjeros, algunos de los cuales habían colaborado con L’Égalité. En junio, se inició un proceso judicial por varios artículos: una carta de Dupire sobre el tráfico de dinero al que había dado lugar el préstamo para la liberación del territorio, un artículo de Elisée Reclus y, sobre todo, un mensaje a la Democracia socialista alemana. L’Égalité fue condenado el 12 de julio, en la persona de su gerente Darrieux, a un año de prisión y a una multa de mil francos [11]. El número 33 (14 de julio) anunciaba la desaparición del periódico: «Pero que la oligarquía burguesa, y sus voceros de todo tipo, no se apresuren a cantar victoria. No estamos derrotados ni desanimados… Adiós y hasta pronto».

[11] Darrieux se exilió para escapar de la cárcel, pero murió en marzo de 1879 en España.

Los meses siguientes fueron agitados. El Congreso socialista internacional previsto en París fue prohibido. Guesde y los principales organizadores que habían querido ignorar esta prohibición fueron detenidos. En la cárcel de Mazas, Guesde redactó el Programa y el mensaje de los Socialistas revolucionarios franceses, que recogió quinientas firmas [12]. En octubre de 1879, el Congreso de Marsella decidió organizar a la clase obrera en un partido distinto y sesenta delegados sobre ciento treinta se pronunciaron a favor del colectivismo. Finalmente, Guesde se puso en contacto con Marx y su yerno Lafargue. Las condiciones eran favorables para una nueva aparición de L’Égalité. A partir del verano de 1879, se celebraron varias reuniones en París. Se lanzó un llamamiento, que declaraba que L’Égalité, que sólo aspiraba a completar la edición del sábado de Le Prolétaire, aparecería el miércoles por la noche. Se emitieron diez mil acciones a un franco. Guesde recorrió las provincias para encontrar corresponsales [13]. Más que en 1877, se piensa en apoyarse en las provincias, que parecen más revolucionarias que París. L’Égalité reapareció el 21 de enero de 1880. Ya no se titulaba Periódico republicano socialista, sino Órgano colectivista revolucionario. La lista de colaboradores se había ampliado. Junto a Guesde, Deville y Massard, encontramos a Labusquière, Brugnot de Lyon, el doctor Ferroul de Narbona; Paul Brousse, el futuro líder de los posibilistas, colabora ocasionalmente. Paul Lafargue, sobre todo, iba a desempeñar un papel destacado en la redacción y a establecer un vínculo directo con Marx. Esta segunda serie no es más larga que la primera. El número 32 (25 de agosto de 1880) anuncia la sustitución de L’Égalité por el diario L’Emancipation de Lyon, mientras que desde el punto de vista doctrinal se remite a los lectores a La Revue socialiste de Benoît Malon. No se ofrecen las razones profundas de esta transformación: «Es voluntariamente que dejamos el campo de batalla… es, en una palabra, una transformación victoriosa» [14]. En realidad, como escribía Marxa Sorge: «L’Égalité ha dejado de aparecer por falta de tres mil francos» [15].

[12] Programme et adresse des Socialistes revolutionnaires français. Este famoso texto se encuentra en L’Egalité, 2ª serie, n° 1 (21 de enero de 1880). El estudio social de los firmantes es interesante.

[13] Arch. Nat. F 7. 12488. Informe sobre L’Egalité. Había corresponsales en Reims, Cherbourg, Rennes, Vienne, Béziers, Givors, Dijon, Sète, Nîmes, Limoges, Perpignan, Orléans, Brest y Troyes.

[14] N° 32, 25 de agosto de 1880.

[15] Correspondance Fr. Engels, K. Marx et divers. Tomo I, 1867, 1883. París: Costes, 1950, p. 250.

Al trasladarse a Lyon, los socialistas contaban con el mayor dinamismo de esta región. Quizás esperaban captar las energías de muchos militantes lioneses, tentados por la anarquía. Además, se les había prometido apoyo financiero. Pero en noviembre de 1880, la L’Emancipation se interrumpió. Guesde, y luego Lafargue, se entraron a Le Citoyen de Secondigné [16]. Pero las condiciones de financiación del Citoyen por parte del propietario, un tal Blommestein, conocido como Audigé, no permitían a la redacción una libertad total. Así que Guesde seguía pensando en reconstituir su semanario. El problema de los fondos seguía siendo el principal obstáculo. Guesde vivía con la esperanza de un mecenas generoso. Lafargue le escribió al respecto: «Es muy agradable tener una promesa de 2.500 francos. ¿Esto es un espejismo? En materia de dinero, tu eres un ingenuo… eres el hombre de una sociedad comunista y no de una sociedad capitalista» [17] y sugería rescatar la sociedad por acciones mediante la publicidad, lo que las dos primeras series de L’Égalité se habían negado a hacer. Se adoptó esta última solución. L’Égalité incluía ahora publicidad y una revista financiera. La tercera serie abarcó desde el número 1 (11 de diciembre de 1881) hasta el número 47, del 5 de noviembre de 1882. Sin embargo, el número 46 anunciaba que una serie diaria creada por la fusión con Le Citoyen duplicaría la serie semanal. En realidad, el propietario del Citoyen había sustituido a Guesde y sus amigos, a los que consideraba demasiado marcados, por la redacción de otro periódico intransigente, La Bataille, de Lissagaray. Para sobrevivir, la redacción destituida publicó L’Égalité cotidiano (del 29 de octubre al 28 de diciembre de 1882) [18].

[16] Este periódico tuvo una evolución complicada. Inicialmente radical, devino francamente socialista bajo la influencia de Guesde.

[17] Carta del 9 de junio de 1881 citada por Compère-Morel, p. 202.

[18] Antes de publicar L’Egalité cotidiano, Guesde había intentado continuar Le Citoyen bajo varios títulos: Le Citoyen français, Citoyen de Paris, Citoyen universel, Citoyen des deux mondes, Citoyen international, números atestiguados por varios documentos pero que no se encuentran en la biblioteca nacional.

La caótica historia de las sucesivas series de L’Égalité ilustra las clásicas dificultades de la prensa socialista y su carácter efímero. La cuestión vital era, obviamente, la de la financiación. L’Égalité la resolvió de tres maneras diferentes. En primer lugar, mediante el apoyo de los militantes, que eran administradores, redactores voluntarios y accionistas sin ilusión de las sociedades anónimas. Sería interesante conocer la lista y los nombres de los suscriptores. No hemos encontrado ninguna información al respecto [19]. Se hicieron otros llamamientos a los simpatizantes: colectas en congresos, suscripciones abiertas en la segunda serie del periódico. Pero todos estos medios fueron insuficientes. De ahí el uso de la publicidad y los anuncios. A la intransigencia de Guesde, que quería que los socialistas estuvieran libres de todo vínculo con los capitalistas, le repugnaba. La primera serie (1877-78) incluye algunos carteles publicitarios insignificantes que desaparecen por completo en la segunda. Por el contrario, la publicidad es sistemática en la tercera serie. El número 1 (11 de diciembre de 1881) explica: “L’Égalité, que quiere vivir y vivirá, tendrá anuncios comerciales y financieros como todos los periódicos. No se trata de negar la sociedad capitalista que conocemos y que queremos demoler: se trata de ponerla al servicio de su propia demolición”. La publicidad consistía principalmente en anuncios de grandes compañías o sociedades anónimas: por ejemplo, el número del 22 de enero de 1882 inserta sobre una columna entera un cartel de la Compañía marítima del Pacífico que vendía doce mil acciones totalmente libradas. Lo mismo ocurre en el número 12 con la Compañía auxiliar de Ferrocarriles y obras públicas de gas de Maubeuge y los Ferrocarriles rumanos. Más raros son los anuncios de un producto; uno dice: «¡No más cabezas calvas! Grandes recompensas. Tratamiento especial del cuero cabelludo». La tercera serie incluye también una “Revista financiera” en la que se aconsejan las inversiones y en cada número se elogian los méritos de la Compañía de Panamá. La aparición de la publicidad en L’Égalité fue recibida con sarcasmo, del que los redactores tuvieron que defenderse. Sin embargo, el espacio dedicado a la publicidad era modesto: nunca más de dos columnas en la última página, es decir, una duodécima parte de la superficie en un número de ocho páginas, una sexta parte en los números de cuatro páginas. La parte publicitaria y financiera no fue obra de la redacción del periódico. Se confió a una agencia, Ewig, calle de Amboise, que alquilaba una parte del periódico.

[19] Un expediente titulado La presse socialiste en la Prefectura de Policía no dice nada al respecto; tampoco el Arch. Nat. F 18.343, donde encontramos algunos documentos sobre L’Egalité.

Un último medio de financiación era el recurso de prestamistas que podían esperar obtener un beneficio de la venta del periódico. Algunos periódicos socialistas utilizaron este método: Le Citoyen, como hemos visto, fue apoyado por Blommestein, Le Cri du Peuple fue financiado por el marido de Séverine en condiciones, es cierto, muy diferentes. Pero se trataba de periódicos con una circulación respetable. L’Égalité apenas era rentable. Así que Guesde dedicó su tiempo a planteamientos que siempre estaban condenados al fracaso. Las cartas de Lafargue a Engels hacen frecuentes alusiones a sus desilusiones: «Nuestra vida se pasa en esperar y desesperar», y menciona un trato hecho con la Banque Populaire «que se comprometió a asumir la administración del periódico a sus expensas, a pagar por la impresión, el periódico y la redacción cien francos diarios, a condición de que se les dieran dos columnas en la tercera página para anuncios financieros […] El comité bancario ya lo había votado, cuando llegó la crisis provocada por los Rothschild y la alta banca» [20].

[20] Correspondance F. Engels – Paul et Laura Lafargue. Tomo I, 1868-86. París, 1956, p. 94. Ídem, p. 91 y 98.

Por supuesto, estas dificultades se derivaban de una circulación y unas ventas insuficientes. No tenemos cifras de la primera serie de L’Égalité. El número 5 de la segunda serie (18 de febrero de 1880) da las siguientes cifras: 600 suscriptores, 1.200 números vendidos en París, 2.000 en provincias, 400 números distribuidos, es decir, un total de 4.200. Un documento de los Archivos Nacionales indica una tirada de 5.320 números el 1° de mayo de 1880 [21]. Finalmente, en una carta a Engels, Lafargue también indica esta cifra de 5.000. No es mucho. Le Forçat, órgano guesdista creado en el Norte en 1882, tenía una tirada de hasta 18.000 ejemplares. La debilidad de la venta de L’Égalité proviene en parte de una mala organización de la distribución: muy defectuosa para la primera serie, mejora después con los viajes de Guesde en las provincias y la formación del partido obrero. Pero hay causas mucho más profundas: la austeridad del periódico y su contenido doctrinal, muy poco habitual, no favorecían la captación de una amplia clientela.

[21] Arch. Nat. F 18. 343. Dossier de l’Egalité.

II. – PRESENTACIÓN Y COMPOSICIÓN

Las siguientes observaciones se aplican a las tres series semanales, que son las únicas comparables. Presentan una gran unidad formal, ya que la tipografía y el aspecto general permanecieron idénticos desde 1877 hasta 1882. El periódico es pequeño (25×37 cm.) y tiene ocho páginas de tres columnas cada una; sin embargo, a partir del número 18 de la tercera serie (9 de abril de 1882), sólo tiene cuatro páginas. El aspecto es austero. La única fantasía es que el papel aparece en rojo para los aniversarios socialistas. La segunda serie, sin embargo, introdujo el uso de dibujos, dos veces al mes, «considerando que el dibujo es un poderoso medio de propaganda, cuyo monopolio sería absurdo dejar a la prensa burguesa» [22]. Los dibujos, sobre todo obra de Lafargue, ocupan toda la octava página; conmemoran episodios de la lucha obrera (la Comuna) o ilustran, generalmente de forma trágica, la crítica social del periódico (número del 11 de febrero de 1880, “Los unos y los otros”, una yuxtaposición de cuatro caricaturas que representan a un aristócrata, un prelado, un burgués, todos perezosos, y un herrero, que es el púnico que trabaja).

[22] Número 1, 21 de enero de 1880.

El anonimato, que evitaba las personalidades, fue la norma para las dos primeras series. La firma aparece con la tercera, pero, como declara L’Égalité: «Hoy, como en la época del anonimato, que no fue igualmente comprendido por todos, la redacción es solidariamente responsable» [23]. Tampoco hay folletines en el sentido tradicional del término. Bajo este título, L’Égalité publicaba relatos históricos y educativos: Los campesinos y la revolución francesa, La Conjuración de los Iguales, Junio de 1848, en la primera serie. En la segunda serie, Las guerras sociales incluye estudios sobre Los campesinos alemanes del siglo XVI y La insurrección de Lyon de 1831. Estos seudo folletines ya no existen en la tercera serie. Esto contrasta con la prensa popular, incluso la de extrema izquierda, que es aficionada al feuilleton. Periódicos socialistas como La Bataille y Le Citoyen publicaban al menos dos por número. L’Egalité cotidiano de 1883 publicó L’amour terrible de A. Saulière y La comtesse dynamite de F. Enne y F. Delisle. Es cierto que se publican a diario, pero los semanarios también los tienen. Entre los favoritos están Le Coq rouge de Louise Michel, Germinal de Zola, las obras de Eugène Sue y sus imitadores, y las novelas anticlericales. L’Égalité, por su parte, inauguró un tipo de serie histórica a menudo copiada o imitada. Las grandes fechas del socialismo, como Las guerras sociales, se repetirán en toda la prensa socialista, especialmente en la del Norte.

[23] Número 1, 3ª serie, 11 de diciembre de 1881.

Es interesante ver cuáles son las diferentes rúbricas, cuáles son los respectivos lugares que ocupan. ¿Ha habido una evolución de una serie a otra? Cuando el periódico sólo tiene cuatro páginas, ¿qué es lo que sacrifica? No cabe duda de que la elección de los artículos y su disposición reflejan preocupaciones más profundas. Para llevar a cabo este estudio, hemos medido, en una decena de números de cada serie, el lugar de las distintas secciones o artículos, en columnas o fracciones de columnas; un método que, aunque más aproximado que el de las superficies (medidas en centímetros cuadrados), tiene el mérito de ser más rápido y, sin embargo, suficientemente fiable.

Se puede distinguir, en L’Égalité, entre una parte constante y otra variable. La primera comprende: el artículo de cabecera (editorial), los artículos doctrinales, las secciones «extranjero» y «movimiento social». El artículo principal ocupa, por lo general, de dos a dos columnas y media en la primera página, es decir, una duodécima parte de la serie de ocho páginas, una sexta, a veces una cuarta parte de los números de cuatro páginas. Casi siempre escrito por Guesde, que hace gala de sus dotes de polemista, el editorial trata, desde el punto de vista socialista, de la actualidad política u obrera, o de la organización del Partido. La lista de los editoriales da una idea de las preocupaciones del momento: en 1880, la mayor parte de ellos estaban dedicados a la crítica del gobierno republicano, y especialmente de los radicales [24]. En 1881-82, estos temas fueron suplantados por problemas propios del partido obrero: los congresos de Saint-Etienne y Roanne, la escisión posibilista. Varios editoriales (7 de 47) se relacionan con la gran huelga textil de Roanne. La vida política y parlamentaria quedó completamente en segundo plano.

[24] Cinco editoriales critican a los radicales: n° 11 (31 de marzo) Socialisme parlementaire, n° 13 (14 de abril) y n° 14 (21 de abril) Mise en demeure (polémica de Guesde y de Clemenceau), n° 15 (28 de abril) Grévistes et radicaux, n° 21 La loi de dix heures et les radicaux. Los números 16, 17, 18, 20 criticar la actuación del gobierno republicano en las huelgas, en relación con los conflictos de Bolbec.

Los artículos doctrinales (generalmente en las páginas dos y tres), en diversas formas: textos de Marx o Engels, exposiciones teóricas, polémicas, análisis bibliográficos, etc., ocupan también un lugar igualmente constante, raramente menos de un octavo, a veces llegando a la mitad (por ejemplo, el número dos de la segunda serie), es más bien alrededor de un sexto del periódico, es decir unas cuatro columnas por número. Cuando el periódico sólo tiene cuatro páginas, la doctrina conserva su posición. A grandes rasgos, la parte de exposición doctrinal, siempre importante, aumenta de la primera a la tercera serie. La entrada de Lafargue en el periódico en 1880 y los contactos más íntimos con Marx no son ajenos a este fenómeno. Sin embargo, en algunos números, sobre todo de la tercera serie, a veces prevalecían las polémicas desprovistas de contenido.

Otro hecho llamativo es la imponente superficie del periódico reservada al movimiento obrero extranjero. Aquí hay una voluntad de internacionalismo, que ha sido el sello de los guesdistas desde el origen. Dos rúbricas comparten las cuestiones extranjeras: «movimiento social» y «correspondencia extranjera». La primera repasa los principales acontecimientos de la semana. La segunda se compone de cartas de corresponsales del periódico, documentos notables, verdaderos estudios sobre la situación obrera y socialista en los distintos países. El valor de los corresponsales: militantes destacados, a veces dirigentes del partido, explica esta cualidad. Así, la primera serie anuncia como corresponsales a: Bebel y Liebknecht, diputados del Reichstag; César de Paepe por Bélgica, Emile Digeon por España; por Italia, Gnocchi-Viani, editor de La Plebe y Tito Zanardelli, antiguo director de L’Agitatore. La segunda serie añade: Jean-Baptiste Clément para Inglaterra, Most para Alemania [25], Eugène Dupont para Estados Unidos y Benoît Malon para Suiza. Hubo muchos otros cuyo anonimato no siempre permite identificarlos. En la primera serie, estas rúbricas ocupan al menos cuatro columnas (una sexta parte) y a menudo dos páginas enteras (una cuarta parte). En la segunda, aún más: hasta un tercio y, por término medio, alrededor de un quinto. En cambio, en la tercera, desde el principio, la correspondencia disminuye, y cuando el periódico tiene sólo cuatro páginas, desaparece por completo. En muchos números se busca en vano la información extranjera. Este es, lejos, el sector que más ha sufrido.

[25] Most fue, sin embargo, muy criticado por Marx.

Según un relevamiento realizado para la primera y tercera serie, los países que más ocupan la atención son: primera serie, Inglaterra (41 veces), Alemania (34), Italia (34), Rusia (28), Estados Unidos (24), Bélgica (16), Austria-Hungría (15), Suiza (14), España (12), Serbia (3). Siguen con la misma cantidad (2): Rumania, Dinamarca, Portugal y Egipto. Después: China, Canadá, La Plata, Noruega, India, Turquía, Grecia, Polonia y Alsacia-Lorena. En la tercera serie, Alemania aparece 13 veces, Italia 11, España y Estados Unidos 7, Inglaterra 6, Irlanda y Bélgica 5, Rusia 4, Suiza 3, Portugal y Holanda 2, Rumania, Escocia y Polonia una vez. Así, el lector de L’Égalité conocía perfectamente los hechos sociales europeos. El periódico estaba al tanto de las perspectivas del sindicalismo inglés, los problemas del anarquismo español o italiano, las huelgas norteamericanas, los movimientos agrarios balcánicos. A veces tenía la tentación de exagerar su dinamismo y su sentido revolucionario. Le fascinaba el nihilismo ruso; Herzen y Chernichewsky eran sus amigos; envió su contribución a las «Víctimas del despotismo en Rusia», cuyos procesos judiciales le fueron comunicados. Pero es a Alemania a quien corresponde el tributo de su admiración. Con un partido muy organizado, representantes en el Reichstag y un número considerable de periódicos, aparecía como el líder del socialismo mundial, la tierra elegida del marxismo. El papel de los socialistas alemanes en la introducción del marxismo en Francia es, de hecho, notable. Hirsch fue uno de los iniciadores de Guesde, así como el que apoyó financieramente la primera L’Égalité. En París, los contactos entre el grupo colectivista y los socialistas alemanes eran muy frecuentes. También se prestaba la máxima atención a todos los acontecimientos en Alemania, en particular a las victorias electorales. El partido socialista alemán se cita constantemente como ejemplo; su solidez doctrinal y su centralización se contraponen a las tendencias libertarias y a la fraseología francesa [26]. Un mensaje A los demócratas socialistas reunidos en Gotha, publicado en el número del 9 de junio de 1878, le valió a L’Égalité un juicio y su condena. Maurras hablará de la «germanomanía» de los guesdistas. Ya se les reprochaba su simpatía. En una época en la que la sensibilidad nacional era anti-alemana, su actitud puede considerarse una de las razones de su fracaso; sobre todo en París, donde la competencia de la mano de obra extranjera todavía contribuía a alejar a las capas populares del internacionalismo [27].

[26] Número 1, 11 de diciembre de 1881, Paul Lafargue: “Le parti socialiste allemand”.

[27] Estos factores entrarían de lleno en la época del boulangisme. Los guesdistas se encontrarían muy aislados. Es significativo ver cómo la facción blanquista se une al boulangismo reivindicando un socialismo nacional. Véase Le Blanquiste, n° 1, 18 de marzo de 1890, B.N. JO. 11 991.

Bajo el título «Movimiento social» se incluían noticias sobre huelgas, sindicatos y grupos socialistas, información de gran interés para el historiador. Esta rúbrica fue aumentando su importancia: de una octava, a veces sólo una duodécima parte en la primera serie, pasa a una media de una quinta parte en la segunda, a una cuarta, incluso a una tercera parte en la tercera. A medida que los guesdistas se organizaban, obviamente tenían más noticias de los departamentos.

También hay que mencionar «La revista de la prensa socialista» (una duodécima parte), que está sujeta a un eclipse en la tercera serie.

Todo esto constituye el fondo constante del periódico. El resto se compone de partes variables:

El folletín sólo existe en las dos primeras series (una octava parte, en la parte inferior de las páginas dos y tres). «La semana política» sólo se encuentra en la primera serie. Lafargue se empeñó en la reaparición de esta columna, que hizo de L’Égalité un periódico verdaderamente político. La rúbrica «El orden social» (primera serie) donde se demuestra que todos los desórdenes provienen de la trilogía religión, familia, propiedad es sustituida en la segunda y tercera por «el libro de oro de la burguesía»: las fechorías de la burguesía, las pruebas de su dureza y sobre todo de su inmoralidad son puestas en la picota. Se trata de una especie de repaso de los escándalos que se encuentra con frecuencia en la prensa socialista. En la primera serie, una o dos columnas, bajo el título «Los tribunales», se relatan los juicios iniciados contra los socialistas. Hay que añadir las comunicaciones y convocatorias, interesantes sobre todo en la tercera serie donde se puede encontrar el esbozo de una distribución de las simpatías guesdistas. Mencionemos, porque es significativo de las querellas socialistas, la existencia durante unos meses (tercera serie) de una rúbrica «Proletariana» dedicada exclusivamente a polemizar con Le Prolétaire, el órgano de los posibilistas. Esta sección era a veces invasiva; por ejemplo, ocupa un tercio del número 23. Su extensión fue siempre en detrimento de la doctrina; los militantes protestaron a menudo por el tono demasiado personal de esta disputa.

En general, L’Égalité era un periódico austero, que no hacía concesiones al gusto del gran público. La teoría nunca se sacrificaba, salvo cuando se sustituye por la pura polémica, que es lo que ocurrió especialmente en la tercera serie. Nunca se insistirá lo suficiente en este aspecto doctrinal, que distingue a L’Égalité de otros órganos socialistas, y que caracterizará, aunque en menor medida, a la prensa guesdista. Lo que llama la atención, en segundo lugar, es la extrema atención a lo que ocurre en otros lugares, la admiración por la Alemania revolucionaria, la voluntad internacionalista. Veamos ahora si la calidad del contenido se corresponde con la composición rigurosa del periódico.

III) EL CONTENIDO DE L’ÉGALITÉ Y SU EVOLUCIÓN

L’Égalité presenta un doble aspecto. Como periódico de acción, evoluciona en función de las circunstancias políticas y sociales. Como periódico doctrinal, persigue, a través de sus series, la exposición del colectivismo que quiere ver penetrar en Francia.

1) L’Égalité, periódico de acción. De 1877 a 1883, las condiciones fueron cambiando. Las tres series tienen tonos diferentes. En octubre de 1877, cuando salió el primer número, la república era todavía muy frágil. Las elecciones legislativas de octubre habían asegurado una mayoría republicana, pero Mac-Mahon eligió un ministerio de derecha. Los radicales formaban el ala más avanzada del parlamento y contaban con un fuerte apoyo de la clase obrera. Por ello, L’Égalité se tituló Periódico republicano socialista [Journal républicain socialiste] y declaró: «L’Égalité será republicano porque la república es la última palabra en la evolución política o gubernamental y no deja lugar a otra cosa que a una revolución económica o social que sustituya la igualdad nominal de los derechos por la igualdad real de los hechos» [28]. «El único terreno en el que las reivindicaciones de la clase obrera pueden ser dignas y útiles es el de la república republicana». L’Égalité se declaró hostil a la abstención electoral: «Íntimamente convencidos de que es necesario un cierto ambiente preliminar de libertad política para la preparación de la revolución social, de que esta revolución sólo puede tener lugar cuando la evolución gubernamental esté terminada, no dejaremos de predicar la acción a los obreros» [29]. Acusados más tarde de hacer el juego a la derecha, los guesdistas recordarán a menudo su posición republicana de 1877.

La preocupación por no dividir a las fuerzas republicanas y el recuerdo de una colaboración muy reciente explican sin duda la amabilidad de las relaciones con los radicales. La polémica con el diputado Talandier, que ocupa los números 12, 13 y 16, es muy cortés. Talandier admite la colectivización, pero ve grandes obstáculos en el lado de los campesinos y, por otra parte, le repugnan los medios violentos. L’Égalité, en su respuesta, no deja de subrayar lo que es común a los interlocutores.

[28] N° 1, 18 de noviembre de 1877, “Notre politique”.

[29] Ídem.

Además, el periódico tuvo que luchar contra las tendencias muy moderadas del movimiento obrero. La cooperación, la hostilidad a las huelgas y el reformismo dominaron el Congreso obrero de Lyon [1877], cuyo orden del día se trató en los números de enero y febrero de L’Égalité. La cooperación es el «camino más largo que puede recorrer el proletariado» [30]. L’Égalité exhortaba a los trabajadores a la lucha, y en primer lugar a la huelga: «La huelga, emprendida con prudencia y cuidado, será la única barrera que podrá oponerse a la explotación capitalista, el único procedimiento que permitirá frenarla» [31]. Sobre todo, critica el obrerismo que deifica al trabajador manual, al obrero como tal, y cierra la puerta a los que provienen de otras clases. El obrero conoce ciertamente bien su dolencia, pero «en cuanto se trata de los remedios que hay que aplicar, es otra cosa: los explotados, en tanto que explotados, no son más capaces de indicar el modo en que debe organizarse la sociedad que los enfermos de descubrir el tratamiento que les conviene» [32].

[30] N° 2, 25 de noviembre de 1877.

[31] N° 5, 30 de diciembre de 1877. Durante las huelgas de los mineros de Montceau-les-Mines y Decazeville, el periódico abrió una suscripción el 17 de marzo de 1878, «para compensar la incalificable deserción de los sindicatos, las sociedades cooperativas y otras agrupaciones obreras de hecho, pero no de espíritu». Atribuyó el fracaso de la huelga a «la deserción de una mayoría obrera cooperativa hasta la médula».

[32] N° del 14 de abril de 1878, sobre el proyecto de Congreso Internacional en el que los obreros querían admitir sólo a los trabajadores manuales.

Al iniciarse la segunda serie (1880), la República se consolidaba tanto en el Senado y como en la Cámara. Con Grévy, Ferry, Gambetta y Freycinet, el oportunismo reinaba. L’Égalité pasó a llamarse Órgano colectivista revolucionario [Organe collectiviste révolutionnaire][33]. En el plano político, el periódico libró una doble lucha: contra la república burguesa, pero sobre todo contra los radicales, el gran partido rival cuya influencia en la clase obrera era considerable. Los radicales fueron presentados como «las últimas reservas de la burguesía». Cuando apareció La Justice de Clemenceau, L’Égalité exclamó que la burguesía estaba «agotando sus últimos hombres, quemando sus últimos cartuchos» [34]. De treinta y dos editoriales, cinco estaban dirigidos a los radicales. No había número que no contuviera un ataque contra ellos y especialmente contra Clemenceau y su periódico. La guerra se desarrolló inicialmente en la modalidad menor de críticas punzantes. Por ejemplo, L’Égalité criticó a La Justice por indignarse con la esclavitud colonial pero olvidarse de los «esclavos blancos» [35]. Pero después de que Clemenceau adoptara una posición oficial sobre el colectivismo en una famosa reunión en Montmartre, la ruptura fue total. A partir de entonces, las doctrinas y los hombres se enfrentaron. L’Égalité nunca dejó de denunciar «la profunda hipocresía del radicalismo» [36]. La política social de los radicales era puesta en entredicho: al proponer los diputados la reducción legal de la jornada de trabajo, se les reprochaba que sólo tuvieran como motivo los intereses de la patronal: «El interés […] capitalista, tal es el alfa y el omega del argumento de La Justice» [37]. Mientras los radicales hacían campaña contra las viviendas insalubres, L’Égalité condenaba su acción como ineficaz: «Mientras se mantenga el régimen de la propiedad capitalista y del trabajo asalariado, la población trabajadora estará condenada a vivir en barrios marginales» [38]. Más ampliamente, el periódico condenaba todo reformismo en nombre de la revolución inminente, actitud que contribuía a alejar de ella al proletariado deseoso de una realización inmediata. El tono de la polémica anti-radical era cada vez más virulento. La prensa radical era descrita como «la prensa inmunda» [39], y los radicales ya no son más que «nuestros buenos radicales» o «los plumíferos de la burguesía».

[33] Por ejemplo, la polémica con La République française sobre las nuevas leyes. Varios editoriales se dedicaron a criticar la actitud del gobierno ante las huelgas.

[34] N° del 21 de enero de 1880.

[35] N° 8, 9 de marzo de 1880.

[36] N° 19, 23 de mayo: Les massacres de Mai et les radicaux”.

[37] N° del 9 de junio, editorial: “La loi de dix heures et les radicaux”.

[38] Ídem.

[39] Número especial del 23 de mayo.

¿Cuáles eran las perspectivas en las que se situaba la tercera serie de 1881-82? En el ámbito político, dos hechos dominan este periodo: al interior, las luchas antirreligiosas y la organización de la enseñanza laica; en el exterior, tras la expedición tunecina de mayo, la de Egipto. L’Égalité dedicó relativamente poco espacio a estas cuestiones. Sobre la expedición egipcia, sólo hay un pequeño número de artículos. Lafargue, en La política de la burguesía, la denuncia como efecto de la especulación capitalista. Pero los términos que utiliza apelan más a la moral que a la explicación científica: «El robo es la pasión maestra de la burguesía y es necesario a todo precio que ella satisfaga su pasión» [40]. Es cierto que en el diario Le Citoyen, algunos redactores hacían una campaña activa contra las expediciones coloniales. Por otra parte, no se puede olvidar que el propio imperialismo estaba en su juventud. Por último, en el campo socialista había muchas incertidumbres. Un periódico como La Bataille, que a veces apoyaba al partido obrero, era un firme partidario de la colonización [41]. Los socialistas no tenían entonces una doctrina sobre este punto, sólo tenían posiciones.

[40] «La politique de la bourgeoisie», n° del 18 de diciembre de 1881. Véase también el número del 6 de agosto de 1882.

[41] En particular, en los artículos firmados por Maubryan.

Sobre el anticlericalismo había poco. Ya en 1877, L’Égalité se había proclamado «ateo en religión». En 1880, había aclarado su actitud en el momento de la discusión en el Senado del artículo 7: la separación de la Iglesia y el Estado no interesaba a los colectivistas. Lo que querían es «la supresión del ejercicio de la religión» [42]. «El clericalismo es sólo uno de los aspectos y formas del burguesismo. Sólo desaparecerá con esto último» [43]. En la tercera serie, Deville y Lafargue, exponiendo el materialismo histórico, confirmaban el ateísmo fundamental de los marxistas: «La fuente del sentimiento religioso está en los hechos antes que en los cerebros. El mundo religioso es sólo la proyección de los fenómenos naturales por encima y fuera del mundo real». La sociedad colectivista tendrá que eliminar todo vestigio de culto. No estará segura «mientras un campanario proyecte su malsana sombra de extintor* gigantesco sobre el ser del país; mientras…, en pie, las viejas catedrales hablen a la imaginación y puedan hacer aflorar la guerra morbosa de ese sentimiento religioso implantado desde hace siglos en las profundidades intelectuales de la humanidad» [44]. En general, la prensa colectivista era, en el día a día, mucho menos anticlerical que la prensa radical. En lo que él mismo llamó «una broma», Pío nueve en el paraíso, Lafargue estaba más en sintonía con el tono de la época. Se nos presenta un San Pedro «iracundo. Su rostro enrojecido se encendió; se prometió a sí mismo castigar severamente al intruso (Pío IX) que, tan inoportunamente, perturbaba su cotidiana conversación nocturna con la botella”. Dios Padre, todo perplejo, se sienta ante «una tetera y un vaso astillado». Y San José es objeto de bromas clásicas: «Dos cuernos gigantescos con muchas ramas adornaban su frente…» [45]. Esta pochade**, de dudoso gusto, fue una de las piezas más exitosas de L’Égalité y se reprodujo a menudo en otros periódicos socialistas.

[42] N° del 2 de marzo de 1880.

[43] N° del 7 de abril de 1880.

* En el sentido de aquello que detiene el ímpetu del espíritu, de la alegría.

[44] N° del 11 de diciembre de 1881. Véase también el número del 18 de febrero de 1880.

[45] Este texto ya había sido publicado en el periódico español La Emancipación (1872). En L’Egalité, Nos 14, 15, 16 y 17 de 1882.

** Obra literaria burlesca.

La actitud de L’Égalité, tanto sobre la colonización como sobre el clericalismo, expresaba la convicción de los colectivistas: fuera de la revolución, no había salvación. Además, en estos años, 1881-82, estaban preocupados por la organización del partido obrero y sobre todo por la escisión y la lucha con los posibilistas. Se ha visto que esta polémica tendía a invadir el periódico y a ocupar el lugar de la propia doctrina. Casi la mitad de los editoriales se refieren a ello. El aspecto teórico se veía a menudo enturbiado por las disputas personales. Le Prolétariat era llamado «la cloaca oficial del posibilismo», Brousse, «el doctor en ignorancia». En cuanto a Proudhon, «el maestro teórico de los autonomistas, los federalistas, los posibilistas», era vilipendiado. «Cual horrible pequeño burgués, estrecho, pedante, declamador… la memoria de Proudhon debe ser maldecida por los militantes del partido obrero» [46].

[46] N° del 4 de junio de 1882. Para la refutación teórica del posibilismo, véanse en particular los artículos de Lafargue sobre la autonomía, del 25 de diciembre de 1881 y siguientes.

2) La doctrina. Al tiempo que combatía contra las corrientes existentes del movimiento obrero, L’Égalité se había dado la tarea de dar a conocer al público francés el socialismo científico, el pensamiento de Marx y Engels. [47] A decir verdad, este pensamiento no era, al principio, la preocupación exclusiva de los redactores. Hubo, en este sentido, una evolución. La primera serie es mucho más ecléctica que las siguientes, conteniendo más textos de Blanqui (siete) que de Marx (cuatro) [48]. Se habla mucho de Lassalle, a quien Guesde admiraba y cuya famosa ley de hierro de los salarios expuso [49]. Por último, frente al anarquismo, las incertidumbres seguían siendo grandes. En principio, sin duda, se delimita de esa corriente: publicando una carta de Andréa Costa, el anarquista italiano, el periódico declara que ha resuelto hacerlo con el fin de informar, «nada más que para protegerse de tal error». Sin embargo, acogía los escritos anarquistas en sus columnas. En el número del 2 de junio de 1878, encontramos esta afirmación libertaria de que «todos los esfuerzos deben dirigirse a la desaparición del poder central frente a la libre federación de comunas liberadas […] El orden político está […] siempre subordinado a la cuestión económica» [50]. En el número del 16 de junio, Elisée Reclus dedica «algunas palabras a la propiedad» [51]. Este número también simbolizaba la voluntad de apertura de L’Égalité. Allí se reúnen las firmas de Reclus, Blanqui, Malon, André Léo, J.-B. Clément, Guesde, etc. Marx debía escribir el artículo principal, pero una enfermedad se lo impidió. En algunas de las posiciones tácticas de L’Égalité se percibe algo de anarquismo. Por ejemplo, en el momento de la candidatura del ebanista Chausse, advirtió contra las ilusiones de la representación obrera en el parlamento: las libertades políticas, «las obtendremos tan bien y tan rápidamente del radicalismo burgués como del parlamentarismo obrero» [52]. Sin duda, estas reticencias provenían en gran medida del ambiente de la candidatura, y L’Égalité declaró en otra parte que veía «en la organización de la clase obrera en un partido electoral un medio de propaganda y agitación». Esta reserva contrasta con la fiebre electoral de los años siguientes, en la que la prensa socialista se vio literalmente sumergida.

[47] Esta doctrina no era absolutamente desconocida en Francia en aquella época. El primer libro de Capital, Critique de l’économie politique: le développement de la production capitaliste [El Capital, Crítica de la economía política: el desarrollo de la producción capitalista], fue publicado en Francia de 1872 a 1875 por Maurice Lachâtre, calle Bertin-Poirié. La traducción había sido revisada íntegramente y con gran cuidado por Marx, quien declara en un aviso al lector que precede al último número que esta edición «tiene un valor científico independiente del original y debe ser consultada incluso por los lectores familiarizados con la lengua alemana». Véase M. Rubel, Bibliographie des œuvres de Karl Marx. París: Rivière 1956, p. 156. La obra era lo suficientemente conocida como para que, en 1876, La Revue des Deux Mondes la reseñara. Las demás obras de Marx escritas o traducidas al francés se reducían a poco más que La Misère de la philosophie, réponse à la philosophie de la misère de M. Proudhon. París, Bruselas, 1847. En cuanto al Manifiesto Comunista, Marx y Engels mencionan una primera traducción francesa publicada en París en vísperas de la insurrección de junio (Rubel, op. cit. p. 63), que nunca se ha encontrado. La primera versión atestiguada es la de Le Socialiste (1886).

[48] Texto de Blanqui: números 12, 14, 26, 27, 29, 30, 31.

[49] N° del 27 de enero de 1878.

[50] Artículo anónimo titulado “La question économique et la question politique”.

[51] Este artículo fue una de las causas del proceso judicial contra L’Egalité. Reclus fue prohibido de publicar en un periódico francés.

[52] N° del 13 de enero de 1878.

Sin embargo, el marxismo es ya la ideología dominante y se afirma en la segunda serie (1880). Lafargue era parte de la redacción. Marx y Engels tenían una influencia directa en el periódico: el Programme électoral des travailleurs socialistes [Programa electoral de los trabajadores socialistas] publicado en el número del 30 de junio fue, como sabemos, en gran parte obra suya [53]. Marx escribió una nota dirigida a L’Egalité para presentar su Miseria de la filosofía [54]. Se conoce la apreciación de Marx sobre esta segunda etapa de L’Égalité: «…gracias en primer lugar a lo que nos transmitió Guesde y al trabajo de mi yerno Lafargue, (ellos) hicieron aparecer por primera vez en Francia un periódico obrero en el pleno sentido de la palabra» [55]. La oposición entre anarquistas y colectivistas era ya clara, aunque todavía no había adoptado la forma exacerbada de los años siguientes. Los colectivistas trabajaban por la creación de un partido organizado; condenaban la abstención; afirmaban la necesidad del Estado en la transformación revolucionaria. El número del 11 de agosto declaraba: «La anarquía es la producción social librada al desorden de los apetitos y los intereses individuales […] Ser anarquista es ser burgués». Sin embargo, algunos textos sobre la huelga general podrían ser reivindicados por los anarquistas [56].

[53] Programa elaborado en Londres por Marx, Engels, Guesde y Lafargue. Véase, entre otras, la carta de Marx a Sorge del 5 de noviembre de 1880. Op. cit. vol. I, p. 254.

[54] Nota anónima, pero encontrada en los papeles de Marx por E. Botigelli y publicada en Annali dell’Istituto Giangiacomo Feltrinelli, 1958, p. 294.

[55] Marx a Sorge. Op. cit. p. 253.

[56] N° del 2 de junio de 1880: «Las huelgas seguirán siendo infructuosas mientras se limiten a una localidad y a una industria; sólo cuando adquieran un carácter general y despierten a toda la masa obrera del país darán resultados positivos».

Con la tercera serie, la vocación marxista de L’Égalité se afirma. En el editorial del primer número se definía como «franca y científicamente centralizadora». La redacción se reduce ahora sólo a marxistas: Guesde, Lafargue, Deville, Massard y, episódicamente, Letailleur. La participación de Lafargue, que residía en Francia, es importante.

La doctrina adoptaba dos formas: textos de Marx y Engels, y estudios de los redactores del periódico. Como textos, la primera serie ofrece varios extractos de El Capital tomados de la traducción de Roy [57]. La segunda serie comienza con la publicación de La miseria de la filosofía, que se interrumpe después de tres números. El 16 de junio se declaraba que se publicaría en forma de folleto distribuido como bonificación a los suscriptores, lo que nunca se llevó a cabo [58]. Había pocos textos de Engels. Un artículo, El socialismo del Sr. Bismarck, apareció anónimamente el 3 y el 24 de marzo de 1880 [59]. Además de estos textos, que son muy escasos, eran frecuentes las citas y referencias en las que los redactores apoyaban sus exposiciones. A menudo se publicaban posteriormente en folletos [60].

[57] N° 5: La production capitaliste; N° 8: L’acumulation; N° 10: L’acumulation primitive; N° 21: Une prétendue compensation, étude sur les rapports du machinisme et du chomage.

[58] En 1886 apareció una nueva edición de La Misère de la philosophie.

[59] “Le socialisme de M. Bismarck”. Rubel, op. cit. p. 250.

[60] Así, Le collectivisme au Collège de France, París, 1883, 32 páginas. Se trata de una recopilación de artículos de Guesde que aparecieron bajo el título “Leçons à un professeur” en L’Egalité, 1881, números 4, 5, 6 y 7.

¿Cuáles son los principales temas tratados? En la primera serie, se presenta en primer lugar la crítica a la propiedad individual y la solución colectivista. El colectivismo se define como la apropiación colectiva de los medios de producción, no por las corporaciones obreras, sino por la comuna o por «una organización social más central». Una serie de textos trata de la formación del capital y de las «bases convencionales de la propiedad». Otro se ocupa de demostrar las ventajas del colectivismo. Este asegurará la libertad para todos [61]; estimulará la producción agrícola. Tres artículos sobre este tema muestran la preocupación por responder a la famosa objeción: la sociedad campesina es incompatible con el colectivismo [62]. Se destaca la existencia del proletariado agrícola y el maltusianismo de la gran propiedad. Por último, varios artículos, menos coherentes, tratan de la explotación obrera en el régimen capitalista [63]. Es sobre todo en los análisis económicos del marxismo que L’Égalité se interesaba en esta primera serie.

[61] N° 2: Le collectivisme et la liberté.

[62] N° 3: La propriété et la production; N° 4: Collectivisme et production agricole; N° 6: Grande culture et grande propriété.

[63] N° 4: estudia la plusvalía realizada por las compañías mineras italianas sobre el trabajo de los mineros. El n° 21 (Une prétendue compensation) reproduce un texto de El Capital sobre los efectos del maquinismo que aumenta el ejército industrial de reserva. En el n° 9, Guesde explica la ley de los salarios según Lassalle, ley que Marx había criticado.

La segunda serie abordará los temas fundamentales. “Evolución y Revolución”, una serie de tres artículos [64] expone el materialismo histórico: el desarrollo de las fuerzas productivas determina el movimiento de la Historia [65]. En la industria [66], como en la agricultura [67], la evolución de las técnicas, el desarrollo del maquinismo y de la fuerza del vapor modifican la propiedad y, a través de ella, la relación de las fuerzas sociales. El número 9 (18 de marzo de 1880) describía la constitución del proletariado. De ser una masa amorfa, se convierte en una fuerza disciplinada, ya que se organizan las grandes empresas y surgen las «capacidades científicas y administrativas». Los obreros especializados, como los mecánicos, forman una élite, de la que saldrán los «dirigentes naturales del proletariado en las luchas revolucionarias». Mientras tanto, el capitalismo perdía su papel inicial: «la función social del capitalismo se limita a recaudar ingresos, derrochándolos en muchachas y corchos de champán». Del juego de fuerzas antagónicas debía surgir inevitablemente la Revolución: «una crisis industrial, una crisis política, una guerra nacional, una revolución en Rusia pueden proporcionar en cualquier momento la chispa eléctrica». La lucha de clases se convertía en uno de los temas del periódico que definía, al mismo tiempo, los medios de acción del proletariado [68].

[64] «Evolution et Revolution», números 5 (18 de febrero), 6 (25 de febrero) y 7 (2 de marzo de 1880).

[65] N° 5: «Hasta Marx y Engels, la historia evolutiva y revolucionaria de la humanidad fue considerada sólo desde un punto de vista idealista…». El autor toma como ejemplo la religión.

[66] N° 6.

[67] N° 7.

[68] N° del 2 de junio de 1880; «La historia de la humanidad no es más que la historia de la lucha de clases». Cf. también el n° del 4 de agosto.

En la tercera serie, Guesde retomaba sus desarrollos favorables sobre las ventajas del colectivismo en El Colectivismo en el Colegio de Francia [69]. La mejor contribución es la de Lafargue quien, en una serie de estudios sobre “El Partido Obrero” [70], se esfuerza por subrayar lo que el marxismo debe al progreso de la ciencia y, en particular, al transformismo. Sus exposiciones sobre la teoría marxista del valor y el intercambio capitalista muestran su preocupación por hacer comprender las nociones fundamentales de la economía política. Al mismo tiempo, los redactores se esfuerzan por ilustrar las tesis marxistas con ejemplos concretos. Massard estudia «la acumulación capitalista en los Estados Unidos y en Rusia» [71]. G. Deville, en “Una evolución”, intenta explicar la huelga de Roanne y la actitud favorable de los pequeños comerciantes por la concentración industrial, etc. [72].

La participación doctrinal de cada uno de los redactores era muy desigual. Buen polemista, Guesde era un economista mediocre; del marxismo retuvo sobre todo los temas que transformó en leitmotivs. Deville había estudiado seriamente El Capital, del que publicó una adaptación en 1883, sobre la que Engels expresó muchas reservas. El teórico más sólido fue, sin duda, Lafargue, que reflexionó sobre el marxismo y se preocupó de hacer una exposición coherente del mismo, de fundar científicamente la política del Partido Obrero. El papel que desempeñó en la L’Égalité fue considerable. Pero ninguno de ellos era un creador, sino simplemente divulgadores.

[69] «Le Collectivisme au Collège de France», números 4, 5, 6, 7.

[70] “Le Parti ouvrier”. Números 4, 5, 6, 7.

[71] Enero y febrero de 1882.

[72] N° del 19 de marzo de 1882. Del mismo modo, en “La participation”, Lafargue extrae sus ejemplos de la vida económica contemporánea.

Su vulgarización del marxismo requiere varias observaciones. En cuanto a la forma, podemos notar la tendencia al abuso de vocabulario, a la invectiva, a lo que Marx llamó, hablando de Lafargue, su «fraseología ultra-revolucionaria» [73]. Los ejemplos abundan. A menudo se trata de «la imbecilidad burguesa», de las «tonterías burguesas». Se puede leer: «Es indiferente para la prosperidad de los ferrocarriles del Norte y de las fábricas de Creusot que los Rothschild y los Schneider sean cretinos y holgazanes» [74]. A propósito de un discurso de Albert de Mun que titulaba «el discurso del bombero», Lafargue escribía: «El socialismo cristiano de 1882 sólo puede ser idiota y ridículo: sólo merece el desprecio de los socialistas modernos…» [75]. Pero calificar no es explicar.

[73] Carta de Marx a Laura Lafargue, 14 de diciembre de 1882, publicada por E. Botigelli, op. cit., p. 215.

[74] L’Egalité, n° del 18 de marzo de 1880.

[75] Id., n° del 8 de diciembre de 1882 (serie diaria).

Sobre todo, los redactores no parecen concebir el marxismo como un método de análisis. Tampoco perciben aún su contenido dialéctico. Una de las únicas alusiones al respecto es poco clara: «La Humanidad no marcha en línea recta… En ciertos períodos del movimiento, la Humanidad llega a puntos correspondientes, en los que vemos reaparecer las formas anteriores que creíamos extinguidas para siempre, pero sólo reaparecen profundamente modificadas por la sucesión ininterrumpida de fenómenos económicos que se han producido en el intervalo” [76]. La noción de las superestructuras, tan importante, no aparecía en ninguna parte. La lucha de clases se planteaba de forma «mecanicista»: uno de los dos adversarios, la Burguesía, permanece inmóvil ante los ataques cada vez más furiosos del Proletariado. De ahí las ideas sobre la Revolución, que el mero juego de las fuerzas económicas desencadenará. La Revolución sería automática, inevitable y fatal. «Ella no será el producto razonado de una voluntad clara y precisa, sino que se impondrá a todo el mundo como todas las revoluciones anteriores…; es, pues, imposible determinar de antemano las condiciones en que amanecerá el día del proletariado» [77]. El mesianismo revolucionario de los socialistas de esta época es sorprendente. La Revolución iba a llegar, era inminente como un trueno, podía estallar «de un momento a otro» [78]. Se le asignaba una fecha. Lafargue declaraba que «en cinco años, Europa atravesará un período revolucionario durante el cual será posible practicar la expropiación de la clase burguesa e instaurar la justicia obrera en la tierra». Guesde hablaba de «esta Revolución […] que los fantasiosos remiten al año 2000, mientras que será, si lo queremos, el asunto de unos pocos años solamente […] La revolución está cerca […] Bastará que dos nubes choquen para determinar la explosión al final de la cual se produzca la emancipación humana» [79].

[76] N° del 25 de febrero de 1880.

[77] N° del 10 de febrero de 1878.

[78] N° del 9 del 18 de marzo de 1880.

[79] N° del 9 de agosto de 1882, informe de una reunión pública. La crisis económica de 1882 desempeñó un papel importante en la génesis de este mesianismo revolucionario. Su magnitud llevó a los socialistas a creer que ella anunciaba nuevos tiempos.

Las consecuencias de esta actitud serán importantes en el plano táctico; se traduce en la intransigencia y el rechazo de todo reformismo. Fuera de la Revolución, el proletariado no podía hacer nada para mejorar su situación. De ahí la condena de los proyectos de ley sociales sostenidos en la Cámara por los radicales [80]. Al momento de la organización de la enseñanza primaria, L’Égalité escribía: «Tememos las generaciones embrutecidas por la pedagogía burguesa tanto como las contaminadas por la instrucción congregacionalista» y añadía que «la criminalidad aumenta como consecuencia directa de la instrucción» [81]. Sin embargo, en el transcurso de 1882 se produjo una evolución hacia una posición más flexible. La campaña sobre los alquileres en París desempeñó un papel decisivo. El deseo de no quedar aislado de las masas populares llevó a L’Égalité a tomar la causa de una reforma de los alquileres [82], y más generalmente por la mejora inmediata de la condición obrera. «El Partido Obrero […] debe reclamar y trabajar para obtener todas las reformas que puedan aligerar momentáneamente las cargas que pesan sobre la clase obrera» [83].

Queda por ver la influencia de L’Égalité. El escaso tiraje y las dificultades de existencia reflejaban una audiencia limitada. Sólo se alcanzó a una minoría. Sería importante conocer la composición profesional y social de este primer público de L’Égalité. A falta de una lista de suscriptores, dos secciones del periódico pueden proporcionar información: las de las comunicaciones y la correspondencia. Así, en la primera serie, se relevan 14 comunicaciones emanadas de las cámaras sindicales parisinas; en la segunda serie, hay 21 y 41 en la tercera. La progresión es clara. Los mecánicos están a la cabeza (5, 3 y 19), seguidos de los sastres (0, 4 y 4). Pero, en general, los grupos corporativos preferían expresarse en otra parte. A nivel regional, sobre todo en la tercera serie, ya se perfilaba una geografía del guesdismo: Roanne, Reims, Troyes, el Allier y el Norte fueron algunas de las regiones que manifestaron su fidelidad en el momento de la escisión posibilista.

[80] L’Egalité condenó a su vez el proyecto de ley sobre la jornada de diez horas, el proyecto de ley sobre la vivienda insalubre y otro sobre los mineros. «No hay término medio entre la propiedad privada y la propiedad social del subsuelo» (n° del 19 de marzo de 1882). «Mientras se mantenga el régimen de la propiedad capitalista y del trabajo asalariado, la población trabajadora estará condenada a vivir en tugurios» (n° del 9 de junio de 1880).

[81] N° del 26 de marzo de 1882, artículo de Emile Massard. En el siguiente número (1° de abril), Guesde matizó estas declaraciones mostrando el alcance revolucionario de la ley.

[82] Sobre esta cuestión, véase C. Willard, op. cit. p. 134 y ss.

[83] N° del 9 de agosto de 1882, Paul Lafargue, “De Parti ouvrier et la question des loyers”. Véase también el número del 18 de junio de 1882.

La influencia lejana de L’Égalité fue, en cambio, considerable. Como prototipo de periódico socialista marxista, proporcionó un modelo que la mayoría de los órganos guesdistas imitaron posteriormente. Se apoderaron de su presentación, a veces hasta el formato, su composición y ciertos rasgos característicos como el anonimato de los artículos, la ausencia de publicidad, el estilo del feuilleton y, sobre todo, el lugar que se daba a la doctrina y al movimiento socialista internacional. Una comparación con Le Socialiste, otro órgano guesdista importante, y la serie de periódicos del Norte de 1882 a 1893, por ejemplo, sería bastante demostrativa [84].

[84] Nuestra afirmación no es gratuita. Hemos realizado esta comparación.

En el plano ideológico, la importancia de L’Égalité es aún más notable. Los artículos de Guesde, Lafargue y Deville, que los militantes podían obtener en folletos o en las numerosas colecciones del periódico que se pusieron a la venta posteriormente, se reprodujeron muchas veces en los órganos del Partido o sirvieron de base para las exposiciones de los dirigentes locales [85]. De este modo, formaron un fondo doctrinal común. Al menos hasta 1893, se remitía mucho más a Guesde y Lafargue que a Marx y Engels. L’Égalité es, pues, responsable de la primera fisonomía del marxismo en Francia; los temas que conservó, los términos que utilizó, constituyeron el catecismo elemental del colectivista. El papel de este pequeño periódico en la historia del socialismo francés es, pues, capital.

[85] Un ejemplo, entre otros cien: el n° 99, del 9 de enero de 1893, del Roubaix-Socialiste da como editorial un artículo de P. Lafargue, “Vénalité de la presse bourgeoise”, aparecido en L’Egalité, n° del 21 de julio de 1880. El regreso demasiado frecuente a las fuentes no deja de favorecer un cierto inmovilismo. Los militantes se contentan a menudo con reproducirse sin ningún esfuerzo personal de adaptación.

Traducción: Iván Piermatei.

FICHA BIBLIOGRÁFICA

De 1877 a 1883, este periódico tuvo: tres series semanales (113 números), dos series diarias (56 números). Hay un número aislado en 1886.

Primera serie: L’Egalité, periódico republicano socialista

Semanario, aparece el domingo.

Primer año, n° 1, 18 de noviembre de 1877 al n° 33, 14 de julio de 1878. 33 números publicados. 27×37, 8 páginas, 3 columnas, 15 centavos por número (excepto el n° 29, a 50 c). Redacción: Jules Guesde, redactor jefe; G. Deville, P. Gerbier, E. Massard, E. Oudin, etc.

Redacción-administración: números 1 y 2: Meaux, rue Saint-Etienne. Desde el número 3: Lagny, rue du Chariot-d’Or, luego rue Saint-Denis (número 31 y siguientes).

Gestor: sin mención para el n° 1; n° 2: E. Oudin; n° 3 al final: E. Darrieux, rue du Cardinal-Lemoine, París.

El número 33 anuncia la desaparición del periódico.

Segunda serie: L’Egalité, órgano colectivo revolucionario

Semanario, aparece los miércoles.

Nº 1, 21 de enero de 1880 a Nº 32, 25 de agosto de 1840; más un número especial, 23-26 de mayo, 2 p., 5 c.; 33 números publicados (incluido el número especial). 25×37, 8 páginas, 3 columnas. Precio: 10 c., luego 15 c. a partir del 31 de marzo.

Editores: Brugnot, G. Deville, E. Ferroul, J. Guesde, J. Labusquiere, P. Lafargue, Benoît Malon, V. Marrouck, E. Massard. Paul Brousse es citado como colaborador en el n° 27 del 21 de julio de 1880.

Redacción: Saint-Cloud, rue Royale. Oficina de ventas: 11, rue du Croissant en París.

Impresión: «Imprimerie de l’Egalité», Lécluse imprime. 22, rue de l’Abbaye, París. A partir del nº 18 de marzo, el impresor es Fournière.

Gerente: Lécluse. Entonces E. Fournière de la edición del 18 de marzo.

El n° 32 anuncia la desaparición del periódico y da como sucesor a L’Emancipation, diario de Lyon.

Tercera serie: L’Egalité, órgano del Partido Obrero

Semanal, aparece cada domingo.

N° 1, 11 de diciembre de 1881 a n° 47, 5 de diciembre de 1882. 47 números publicados. 25×37, 8 páginas, 3 columnas. 4 páginas del n° 18, 9 de abril de 1882. Precio: 15 c., luego 10 c. a partir del nº 18, 9 de abril de 1882.

Redacción: 7, rue d’Aboukir, París. Depósito de ventas: 11, rue du Croissant. Anuncios recibidos en la Agencia Ewig, 9, rue d’Amboise.

Impresor y editor: Gardrat, 9, rue d’Aboukir.

Editores: Guesde, Lafargue, Deville, Massard.

El número 46 anuncia las dificultades del papel. Pero el n° 47 no anuncia la desaparición.

Cuarta serie: L’Egalité (antiguo Citoyen)

El subtítulo desaparece del n° 4.

Diario.

6° año, n° 1, 24 de octubre de 1882 al n° 46, 8 de diciembre de 1882. 46 números publicados. 60×45. 4 páginas, 6 columnas. 5 c., luego 10 c. a partir del n° 42, 4 de diciembre.

Comité de redacción: C. Bouls, H. Brissac, G. Deville, J. Guesde, P. Lafargue, E. Massard. L. Picard.

Redacción: 14, rue des Jeuneurs. Admlnlstration : 7, rue d’Aboukir.

Impresor: G. Picourt, rue des Jeuneurs.

Co-gerente : Louis Hennet.

El último número no anuncia la desaparición. Compère-Morel (Jules Guesde, p. 112) da como fecha del último número el 28 de diciembre. Nada verifica esta afirmación. Además, da erróneamente el 29 de octubre como fecha del primer número.

Quinta serie: L’Egalité

Diario.

7° año, n° 1, 16 de febrero de 1883 al n° 10, 25 de febrero de 1883. 10 números publicados. 30×42, 4 páginas, 4 columnas.

Comité de redacción: G. Deville, J. Guesde, P. Lafargue. También encontramos las firmas de G. Crépin, S. Dereure, E. Massard, L. Plcard.

Esta quinta serie se lanzó para apoyar la candidatura de J. Guesde en Belleville (elecciones parciales).

Redacción: 7, rue d’Aboukir. Administración: 46, rue Hallé. Impreso por Imprenta de l’Egalité, rue Hallé, 16, a Montrouge. Impresor-gerente: Letailleur.

El último número no anuncia la desaparición.

Sexta serie: L’Egalité

Nº 1 (y único) 15-22 de abril de 1886.

Semanal.

30×45, 4 páginas, 4 columnas, 10 c.

Redacción y administración: 17, rue du Croissant. Imprenta de l’Egalité, 19, rue du Croissant.

Gerente: Louis Hennet.

Sólo existe un número con estas indicaciones en la Bibliotheque de l’Arsenal (Fol JO 483 F). El artículo principal está firmado por Jules Guesde. No hay más firmas. Casi todo el número habla de la huelga de Decazeville. No es posible encontrar ninguna información sobre este número completamente aislado; la correspondencia de Lafargue-Engels no lo menciona. En esta fecha los guesdistas tenían un periódico semanal, Le Socialiste.

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