Declaración de Principios redactada por una comisión de 15 miembros nombrada en el congreso de fusión de 1912, luego de la retirada de 20 sociedades que no aceptaron la exclusión del “comunismo anárquico”. Entre los miembros de la comisión figuraban A. Barrera, anarquista; Sebastián Marotta, sindicalista y Adrián Patroni, socialista.
Considerando:
Que el desenvolvimiento científico y de las fuerzas productivas tienden cada vez más a economizar los esfuerzos del hombre para producir lo necesario a la satisfacción de sus necesidades; que esta misma abundancia de producción desaloja a los trabajadores del taller, de la mina, de la fábrica y del campo, haciendo cada vez más difícil su vida; que todo hombre requiere para su sustento cierto número de artículos indispensables y por consiguiente necesita dedicar una cantidad determinada de tiempo a esta producción como lo proclama la justicia más elemental; que esta sociedad lleva en su seno el germen de la destrucción en el desequilibrio perenne entre las necesidades creadas por el progreso mismo y los medios de satisfacerlas, desequilibrio que produce las continuas rebeliones que en forma de huelga presenciamos; que el descubrimiento de nuevos instrumentos de riqueza y la perfección de los mismos lleva a la miseria a miles de hogares, cuando la razón nos dice que a mayor facilidad de producción debiera corresponder un mejoramiento general de la vida de los pueblos; que este fenómeno contradictorio demuestra la viciosa constitución social presente; que esta constitución viciosa es causa de guerras intestinas, crímenes, degeneraciones, perturbando el concepto amplio que de la humanidad debemos tener, basándonos en la observación y en la inducción científica de los fenómenos sociales; que esa transformación económica tiene también que reflejarse en todas las instituciones; que la evolución histórica se hace en el sentido de la libertad individual; que ésta es indispensable para que la libertad social sea un hecho; que esta libertad no se pierde sindicándose con los demás productores, antes bien se aumenta por la intensidad y extensión que adquiere la potencia del individuo; que el hombre es sociable y por consiguiente la libertad de cada uno no se limita por la del otro, según el concepto burgués; sino que la de cada uno se complementa con la de los demás; que las leyes codificadas e impositivas deben convertirse en constatación de leyes científicas vividas de hecho por los pueblos y gestadas y elaboradas por el pueblo mismo en su continua aspiración hacia lo mejor, cuando se haya verificado la transformación económica que destruya los antagonismos de clase que convierten hoy al hombre en lobo del hombre y funde un pueblo de productores libres para que al fin el siervo y el señor, el aristócrata y el plebeyo, el burgués y el proletario, el amo y el esclavo, que con sus diferencias han ensangrentado la historia, desaparezcan al fin bajo la sola denominación de hermanos.
La nueva organización afirma:
La existencia de un conflicto económico entre el proletariado y la burguesía, dos clases contrarias e irreconciliables; aquél constituido por los productores que son los creadores de toda la riqueza social; ésta (la burguesía) formada por los detentadores de la producción.
Que mientras el proletario no sea poseedor de los instrumentos de trabajo (ferrocarriles, vapores, minas, tierras, fábricas, etc.), la lucha de clases, el choque permanente entre proletarios y burgueses, entre capital y trabajo, seguirá cada vez más acentuándose, conmoviendo a la sociedad sin que basten las legislaciones sociales o represivas para solucionar el problema.
Que la posesión de los medios de producción dará solución a los problemas sociales, morales e intelectuales que sintetizan la emancipación proletaria.
Que para alcanzar ese propósito la sola fuerza individual del trabajador no basta, y que sería ilusionarse el esperar nuestra emancipación de parte de los gobernantes, puesto que ellos no pueden hacer nada, en virtud de que nuestro mejoramiento está en razón directa con el decrecimiento de la potencia gubernamental.
La nueva organización declara:
Que de las formas de agrupación el sindicato es el mejor instrumento, dado que es una agrupación de intereses que coliga a los explotados ante el enemigo común: el capitalismo y el Estado.
Considerando también que si el sindicato se aísla, cometería fatalmente el mismo error que el trabajador aislado, al que le faltaría la práctica de la solidaridad, es necesario que los productores se agrupen en sindicatos, y completen en seguida la obra sindical, haciendo adherir su sindicato a la federación local y por vía de la unión nacional a la nueva organización.
La nueva organización declara:
De acuerdo con el axioma de la Internacional: “La emancipación de los trabajadores no puede ser más que obra de los trabajadores mismos”.
Propósito de la nueva organización
La nueva organización agrupa fuera de toda escuela política, diferencia de raza, nacionalidad y sexos, a todos los trabajadores conscientes de la lucha empeñada por la desaparición del patronato y del asalariado.
Precisa por las consideraciones siguientes esta afirmación teórica.
En la obra de reivindicación cotidiana, persigue la coordinación de los esfuerzos obreros, el acrecentamiento del bienestar de los trabajadores por la realización de mejoras inmediatas, tales como la disminución de las horas de trabajo, aumento de salario, etc. Pero esta tarea no es más que una parte de la obra a realizarse; además prepara la emancipación integral, la cual sólo puede realizarse por la expropiación capitalista; preconiza como medio de acción la huelga general y considerando que el sindicato, hoy grupo de resistencia, será en el porvenir el grupo de producción y de reparto, base de una nueva organización social constituida por asociaciones libres de productores libres;
Declara que esta doble tarea cotidiana y de porvenir abarca la situación de los asalariados reclamando de todos los trabajadores, cualesquiera que fuesen sus opiniones o sus tendencias políticas o filosóficas, el deber de pertenecer al grupo esencial cual es el sindicato.
Declara que a fin de que alcance su máximo de efecto, la acción económica debe ejercerse directamente contra el patronato y el Estado, no debiendo las organizaciones en su calidad de grupos sindicales, preocuparse de los partidos y sectas.